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Basileia

30 de octubre de 2011

Egrégora: la fuerza de unión..


Había una vez un Maestro que enseñaba y estimulaba siempre a sus discípulos para que estuvieran juntos, transmitiéndoles la importancia de entender que el grupo poseía una fuerza que catapultaba al crecimiento individual y colectivo.

Un día, uno de los discípulos dejó de participar.

Los demás, entristecidos por su alejamiento, hablaron con el Maestro para ver si se podía hacer algo.
El Maestro esperó un par de días y fue hasta su casa.
Lo encontró sentado, en silencio, frente a un hogar de leños encendidos.
Al verlo entrar, el discípulo pensó que seguramente recibiría una reprimenda.
En cambio, el Maestro se sentó a su lado y permaneció observando el fuego, sin pronunciar palabra.
Transcurridos unos minutos, tomó una brasa, la retiró del fuego y la colocó al lado de los pies del discípulo.
Rápidamente la brasa comenzó a apagarse hasta transformarse en un trozo de leño oscuro y grisáceo.
A los pocos minutos, el Maestro tomó el trozo de leño y lo colocó nuevamente en el fuego.
En instantes la brasa volvió a encenderse, adquiriendo un rojo intenso y transmitiendo luz y calor.

El Maestro, en silencio se levantó y comenzó a caminar hacia la puerta de salida.

El discípulo corrió detrás de él y, colocando una mano en su hombro, le dijo: Gracias, Maestro, por su enseñanza. 
Mañana estaré nuevamente con el grupo.



Esta historia refleja de manera sabia cómo el estar con aquellos que alimentan buenos ideales y hábitos constructivos, nos ayuda para crecer y mejorar cada día.

Los ancestros ya sabían de la fuerza que generan las egrégoras.

Podemos definir egrégora como la suma de las energías físicas, mentales y emocionales de dos o más personas que se unen con un fin determinado.

Si el fin establecido es positivo, el resultado también lo será. 

Ashè mis Princìpes y Princesas!
Omio Odo'yà!!

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